Foto: Archivo
Si el 2021 marca 30 años de historia oficial del futbol jugado por mujeres en el mundo y en Colombia, esa fecha ensombrece ante todo 130 años de historia oficiosa (no oficial) en la cual se registran los ires y venires de las acciones que ellas han emprendido para alcanzar el derecho de jugarlo sin injustificables trabas de género.
Historia ocultada por el brillo del juego de equipos y clubes poderosos, pero no por eso inexistente. Sus frutos, nadie puede dudarlo, constituyen un suelo firme para apoyar los proyectos de jóvenes colombianas deseosas de desarrollarse como atletas bajo condiciones seguras y solidas técnica y humanamente.
Si los amorosos del fútbol conocen con minucia los detalles de la historia de sus clubes preferidos y se informan con juicio sobre los hechos del fútbol podríamos decir que la complejidad de ese juego se les escapa aun ¿Cuántos periodistas deportivos en Colombia saben y cuánto del fútbol jugado por mujeres en el país?
Probablemente muy poco si nos fijamos el hecho de que la mayoría se apresta a hablar del interés de las mujeres por la práctica del fútbol como si se tratase de una realidad reciente.
Ignorar las enseñanzas de una historia documentada y desconocer que las mujeres, bajo condiciones inaceptables, han estado existiendo sobre el terreno, han estado formado y acompañando futbolistas, creando clubes de fútbol y torneos para ellas, es una muestra de que no se sabe todo del fútbol.
Desconocer que desde que el fútbol existe, existe también la realidad oficiosa creada por el deseo y el juego concreto de mujeres en muchísimas sociedades, no honra a quienes, creyéndose expertos en fútbol, ignoran tales hechos.
Si algunos consideran esa historia como externa al fútbol, su lectura va contra la verdad del proceso porque la propia cabeza del futbol mundial, FIFA, ha promovido el fútbol mujeres desde mediados de los 80, convencida, como veremos, después de muchas dudas de que el futuro del fútbol se conjuga en femenino, al decir de Blatter.
30 años de la oficialización del fútbol femenino obligan a repasar los datos irrebatibles de la historia no oficial de esas acciones de cambio desconocidas posiblemente de muchos colombianos, echando una ojeada de paso sobre el rol no siempre honroso del llamado Fútbol Asociado Internacional, hoy FIFA.
El debut de la Copa mundial femenina
Siguiendo al historiador Xavier Breuil, diríamos que la implantación del torneo mundial de fútbol femenino en 1991 (copa mundo hoy) debe leerse como la resultante de un concurso de fuerzas heteróclitas en pugna.
Desde antes del comienzo de la Guerra hasta los años 50, las Asociaciones de fútbol en Europa y Asia se entrabaron en una disputa por el control económico, el dominio geográfico y la defensa de una jerarquía de poder.
Mientras que en Europa se buscaba consolidar la rama masculina, en Asia y Oceanía el interés era desarrollar la rama femenina.
Hacia los 70, la Asociación de Fútbol femenino WFA consigue realizar torneos nacionales y continentales aprovechando el desdén de la UEFA por el fútbol femenino y el extendido engome por su practica generado por los movimientos feministas y de contra-cultura.
La Federación internacional y europea de fútbol femenino FIEFF con el apoyo de organizaciones de fútbol, clubes femeninos muy activos en el norte de Europa y alguna presión social y estatal organiza el Campeonato del mundo Femenino 1970. Allí participa México y en la segunda edición se suma Argentina.
A mediados de los 80, la FIFA se compromete a desarrollar el fútbol femenino concibiendo una política y realizando un torneo piloto en 1988 destinado a detectar la viabilidad de un torneo mundial para mujeres.
En 1988 tiene lugar en China un ensayo que se materializa en 1991 con la realización de la primera Copa mundial con 12 equipos. Evento que señala una diferencia cronológica de casi 60 años entre la aparición de la I Copa mundial masculina (1930) y la I Copa mundial femenina.
La frecuencia de los mundiales cada cuatro años se ha sostenido desde 1991, y en tal secuencia, se destaca la edición 2011 en Alemania, probablemente, por efecto de la participación de la exjugadora Steffi Jones, de la Canciller Merkel y del compromiso de todo el mundo político, así como la edición 2019 en Francia en la cual jugó un papel decisivo el equipo coordinado por la exfutbolista Brigitte Henríquez en la Federación Francesa de Fútbol.
Las acciones de las mujeres han seguido produciéndose desde el umbral de la entrada a la oficialidad, pues su presencia no parece ser del todo admitida por la lógica del boy’s club (club de los muchachos) que sigue regulando la cultura de futbol.
Colombia bajo el radar
Mientras que desde los 80 las jugadoras de barrio intentaban, contra viento y marea, tallarse un puesto en canchas informales, las universitarias en Educación Física y Deportes en especial, se interesaban a falta de un torneo interuniversitario en la practica y promoción del microfútbol y fútbol de campo en distintas regiones del país creando equipos femeninos.
A finales de los 90 ya se consolidaban el futbol de campo y el futbol de salón femenino a nivel universitario iniciando los torneos de ASCUN en la rama femenina. En 1991 la División Aficionada del Fútbol Colombiano – DIFUTBOL, en cumplimiento de un mandato de la FIFA realiza el primer Torneo Nacional interligas en la historia de Colombia apoyado por clubes locales. Hacia el 2005 se inicia la competición por categorías,
sub-20 en 2005 y sub-17 en 2007.
No sobra decir que el microfútbol, adoptado desde 1992 ha sido una alternativa para muchas jugadoras en todo el país porque bastan escenarios más pequeños y un número inferior de jugadoras. En el mismo año se inicia el Campeonato Sudamericano Femenino Pre-mundial (llamada Copa América Femenina desde 2010) el cual clasifica al Campeonato Mundial femenino y a los Juegos Olímpicos y Panamericanos.
La Selección Colombia participa en 1998 bajo la dirección de un cuerpo técnico en el cual estaba vinculada una profesional en deporte. Con apenas 15 días de preparación, Colombia consigue el 5º puesto, anota el primer gol a la Selección de Venezuela, el primer gol contra el invicto Brasil, y convierte el primer gol olímpico en la historia del futbol femenino colombiano actuando en representación de la nación.
El Siglo XXI despega con proyecciones muy interesantes para el fútbol femenino como si el cambio de siglo estimulara nuevas perspectivas de acción a las forjadoras desde los 80. Combinando un trabajo en las canchas con un trabajo en el terreno de la institucionalidad, ellas crearon diversos proyectos de desarrollo y consolidación del fútbol.
Apoyadas desde sus experiencias y saberes fundan escuelas de formación exclusivamente para jugadoras en infantil y juvenil. En 2000 surge la 1° Copa Internacional de clubes en territorio colombiano, la Copa
Grancolombiana con equipos de Venezuela, Ecuador y Colombia.
Así aparece la primera escuela-club dirigida exclusivamente al desarrollo del fútbol femenino infantil y juvenil, bajo la dirección de tres exjugadoras de la 1ª selección Colombia 1998, Patricia Vanegas, Ruth Ortiz y Sonia Chala.
Vanegas organiza también el Primer Torneo Oficial de Fútbol Femenino Juvenil de la Liga de Fútbol de Bogotá con la participación de 4 equipos: 3 colegios y el Club Internacional de Bogotá, campeón.
Para 2001 este Club-escuela consigue participar en 4 torneos mundiales juveniles de clubes en Europa, logrando el Subcampeonato en Noruega ante equipos de 80 países. En 2002 el equipo infantil del Club realiza la misma gira y obtiene el tercer lugar en Dinamarca.
En el mismo año se inician contactos de acercamiento del fútbol profesional al femenino y se lanza en el Valle, el primer programa de desarrollo de fútbol femenino al que adhiere el Tolima.
En 2003 se produce un hecho rememorable con el nombramiento de una mujer a título de D.T de la Selección Colombia femenina. Para cumplir su misión, Miriam Guerrero se apoya en un equipo técnico formado con forjadoras.
Al año siguiente se integra el fútbol femenino al cuerpo de deportes en los Juegos Nacionales y la Selección Femenina participa por primera vez en los Juegos Bolivarianos, en 2017 gana el oro.
En 2008, aparece la nueva generación de jugadoras formada por exjugadoras en diferentes clubes del país. Este nuevo grupo logra ganar el Sudamericano Sub 17 y clasificar al primer mundial del fútbol femenino en Nueva Zelanda.
En 2009 se oficializa el torneo Copa Libertadores Femenina. En 2015 tiene lugar en Medellín bajo el impulso de la exjugadora y directora del club Formas Intimas, Liliana Zapata.
En 2010 se oficializa la primera Liga Profesional Femenina de microfútbol (AMF no FIFA), se lanza el Futbol Sala femenino. Colombia clasifica al mundial sub-20 de Alemania y obtiene el subcampeonato en la Copa América de Ecuador 2010. La Selección clasifica por primera vez a la Copa Mundo Femenina de Alemania 2011, a los juegos Panamericanos 2011 y a los Juegos Olímpicos de Londres 2012.
El equipo Sub-17, ocupa el tercer lugar en el Sudamericano de la categoría y clasifica al Mundial de Azerbaiyán 2012. Una nueva Sub-17 logra el subtítulo Sudamericano 2013 y juega el Mundial de Costa Rica en 2014.
En 2014, Colombia obtiene la Plata en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en México. En septiembre la Selección Colombia queda subcampeona de la Copa América Femenina 2015, lo que le garantiza cupo al Mundial y a los Panamericanos de 2015, así como a los Juegos Olímpicos de 2016.
En 2015 Colombia llega a Octavos de final en Canadá. En los Panamericanos consigue la plata. En 2018 la Selección sub-17 participa en la Copa mundial femenina en Uruguay.
El Atlético Huila se corona como el primer campeón colombiano en la Copa Libertadores de América en Brasil. Obtiene Plata en los Juegos Suramericanos alcanza la clasificación a los Juegos Panamericanos 2019 y gana la medalla de oro.
Actualmente, Colombia ocupa el 2º en la escala de selecciones de Conmebol después de Brasil y hoy está en el puesto 26 en la de la FIFA (18 de diciembre de 2020).
A manera de conclusión
El fútbol tiene una historia de hechos y cifras escrita por las acciones de las mujeres. Se trata de una historia oficiosa, no oficial, construida como en todas las sociedades por fuera del radar mediático y en el umbral de la institucionalidad.
La puerta, apenas entreabiertas al ingreso en la industria del fútbol, no ha bastado para inmovilizar su deseo de jugar y ofrecer a través de las proezas de sus cuerpos en el terreno, el regocijo concreto y de momentos de encuentro y de placer que el juego aporta.
Ciertos sectores de la población, aun en tiempos de guerra, han podido gozar de los actos de excelencia que consiguen realizar las atletas cuando cuentan con buenas condiciones de desarrollo a sus talentos, inteligencia y humanidad.
Sin protección institucional y luchando contra el sabotaje resultante del desdén oficial, de la injuria, el maltrato y la injusticia de género, el juego en mujer ha existido a un punto tal, que es gracias al pasado de esa historia que el actual fútbol puede ofrecer la calidad de la que hoy disfrutamos en Colombia como en el mundo.
La justicia de género impele a rendir homenaje a las acciones determinadas y afirmadas de mujeres deseosas de explorar las competencias de sus cuerpos sin trabas al movimiento, deseosas de exponer sus talentos deportivos ante los ojos del publico como lo exige ese oficio.
Tales acciones deben ser leídas hoy con otros lentes porque en efecto, el comportamiento de las futbolistas, ayer como hoy, no encaja en los modelos de identidad de género propios a la cultura convencional del fútbol.
La razón mas evidente de esa desarmonía muestra que el fundamento de base de tal cultura es solidario del principio de protección de la diferencia entre los sexos reinante en la vida social moderna, incomprensible después de los cambios provocados por los movimientos de contracultura de los 70, el feminismo y la comunidad LGBTplus.
La perspectiva no patriarcal del fútbol en la que hemos situado estas notas de reflexión sobre el género del cuerpo a partir de las vivencias de las futbolistas activas Colombia, invita a seguir implementando diversas acciones colectivas en la sociedad colombiana.
Esta vez las resumimos como un aporte al conocimiento de la historia no oficial del fútbol femenino que invitamos a integrar en el plano individual, pero ante todo en el plano colectivo.
Así lograremos abrir de par en par la puerta de la institución y de los medios a las mujeres que han venido haciendo su tarea de cambio con una extremada responsabilidad y compromisos social en el terreno y más allá de los protocolos oficiales.
Escrito por:
Beatriz Vélez: Socio-antropóloga del fútbol. Investigadora independiente, IREF, Montréal.
Patricia Vanegas Rivera: Exfutbolista de la primera Selección Colombia, gestora del deporte femenino, consultora de marketing y negocios del deporte.
Excelente por fútbol femenino en Colombia y un saludo muy especial a Patricia Venegas.