10 goles en contra y ninguno a favor fue el resultado global de los 2 partidos amistosos que disputó la Selección Colombia de Fútbol Femenina ante el galáctico equipo de los Estados Unidos, campeón mundial y candidato directo a la medalla de oro en Rio 2016.
Este marcador abultado y merecido despertó en mí una serie de reflexiones que comparto sin ánimo distinto al de querer señalar directamente y desde ya al Director técnico de una hecatombe similar en los Olímpicos en caso de no reaccionar inmediatamente como lo haría una persona sensata, preparada y conocedora del fútbol, ello lo digo a pesar de saber que a Taborda no le fue atribuida la sensatez al momento de nacer y las otras dos virtudes no las ha desarrollado a lo largo de su paso por la tierra.
Ambos partidos desnudaron principalmente dos cosas; un sancocho entre las graves falencias tácticas del equipo en casi todas sus líneas sazonado con una grosera improvisación el definición de posiciones, y de otra parte la real magnitud de no contar con las mejores jugadoras en los micro ciclos previos a juegos olímpicos, ambos aspectos atribuibles única y exclusivamente al cuerpo técnico de la Selección.
Pues bien, dice la filosofía urbana y matriarcal que en la vida “hay formas de formas”; no es lo mismo emborracharse con aguardiente Antioqueño que con ron Zacapa, no es lo mismo pagarle a un taxista una mínima con un billetico de 20 mil que con uno de cien mil nuevecitico, no es lo mismo ganarse el baloto que el chance y por ello es válido afirmar que no es lo mismo perder con un marcador de 2 a 0 como sucedió en el pasado mundial, donde además jugamos el segundo tiempo con 10 jugadoras, que perder de la manera como perdimos el primer partido con un aplastante 7 a 0 que desdibuja la historia y el crecimiento del futbol femenino en Colombia.
No era un deja vu de la década antepasada donde apenas la Federación a regañadientes convocaba un par de chicas para citas suramericanas o panamericanas con 15 días de anticipación y las dejaba a su suerte y ventura soñar con mejores tiempos, no señores y señoras, era la realidad de un equipo que en pocos meses afrontará los juegos Olímpicos y que se hundía en medio del desorden colectivo, presa del pánico de ver caer su valla una y otra vez sin poder contener el ataque repetitivo del rival sobre todo por el costado derecho, inerme en el césped donde se multiplicaban las veloces jugadoras americanas copando cada espacio libre en zona de armado, ahogado por la presión y al final entregado a los designios del reloj que dio tiempo para recibir 7 golecitos, dolorosos pero realistas.
Fue una recocha en realidad, ni nos defendimos ni atacamos, ni siquiera cuando Colombia era un equipo novato con jugadoras sub 20 en su mayoría representándonos en Londres 2012 el equipo se vio tan perdido. La responsabilidad la asumieron 5 ó 6 en la cancha, de resto se trataba de un vergonzoso acto consistente en enviar a la guerra a niñas inexpertas en posiciones que no les son habituales y que por ende no conocen bien, a jugar contra las campeonas mundiales.
El segundo partido se vio un equipo más comprometido, dispuesto correr lo que fuere para no permitir otro marcador exorbitante, no obstante lo anterior, la improvisación se hizo notoria de nuevo, no tuvimos posesión de balón, la defensa que era una línea sólida en el mundial ya no lo fue, nos ganaron la espalda fácil, y Arias se vio un tanto sin ritmo dado que no tiene equipo para entrenar por el momento.
Esto no es culpa de las chicas, difiero con muchos que sostienen que si una jugadora se ve enfrentada a una situación de esas debe dar un paso al costado y abstenerse de jugar manifestando que no cuenta con las capacidades para estar en una selección y jugar contra EEUU o que no conoce la posición; pues no conozco a la primera y creo que si hay un caso en millones no habrá 2, es lógico que la deportista sueñe con jugar y hacer las cosas bien confiando en que el técnico visualiza con claridad el juego , ha analizado sus movimientos en entreno y si la ubica donde la ubica es porque en realidad sabe lo que hace. Lo que no saben ellas o quieren ignorar algunas por su cercanía con él, es que en realidad el no sabe lo que hace.
El único acierto en los movimientos de nómina quizá fue sentar a Yoreli Rincón en el segundo partido que vive presa de los encantos de la farándula enemistada por completo con el grupo por su casi inocuo aporte deportivo, de resto con sus decisiones nominales surgen inquietudes varias: seguimos sin saber cuáles son las capacidades que tienen a Pineda para no haber faltado ni a un solo micro ciclo, resulta curioso porque ella pisa la cancha escasamente para calentar de resto los números no mienten, jugó un partido de trámite en Centroamericanos y en Canadá unos cuantos minutos cuando ya no había nada que hacer, dijo Taborda que el país le pedía a Nicole Reigner, pero no la pedían para hacerle compañía a él en el banco mercader de falacias, la pedían pa comprobar si era Falcao versión niña porque no hacían sino hablar de ella en la prensa , que jugaba en el Atlético, que era la maravilla, si ese fue el motivo de su llamado, ¿por qué la ingresa faltando 2 minutos perdiendo 7 a 0?; María Jaramillo estuvo en cancha 2 minutos, ¿alguien se hizo una idea del potencial de esa niña, diestra o zurda, sabe o no jugar?, ¿con qué propósito hace eso? , delanteras de laterales, volantes como delanteras, una central que hace 3 años no juega ahí desperdiciando su potencial en la recuperación, Liana Salazar demostrando que definitivamente Daniela Montoya hace mucha falta, no le dio minutos a Paula Forero aun cuando sabe que Catalina Pérez de buena actuación el segundo partido debe pagar 2 fechas de sanción lo cual automáticamente la sienta en la banca en caso de ir a Rio 2016 por igual número de partidos……
De manera pues que tenemos a un loquillo en la banca experimentando, al paso que va quizá para Rio 2016 la más alta sea ubicada en el arco para aprovechar esa arma secreta. ¿Se acuerdan de Maradona en versión técnico ingresando a Schiavi de delantero en un acto desesperado?, bueno pues acá tenemos nuestro personaje cuyo acto más deshonesto consiste en no responsabilizarse delante de su propio grupo de sus actos y sus consecuencias, el lugar de eso después del 7 a 0 ni siquiera hubo charla en camerino, solo silencio total. De acuerdo a los comentarios internos, ni siquiera el cuerpo técnico respalda sus planteamientos.
De otra parte, los partidos que el cuerpo técnico Colombiano afrontó con tan poco trabajo táctico porque eso mismo dicen las jugadoras que se volvió habitual desde la partida de Abadía, develó la falta que hacen las niñas que Taborda desahució y que fueron bastión fundamental para clasificar a los juegos olímpicos. La cosa es que si Colombia contara con 100 jugadoras más de las mismas características, fogueadas, con experiencia suficiente para no morir de pánico escénico, con capacidad para ir a la máxima competencia a la que un deportista puede acceder pues la grosería no sería evidente, sin embargo acá contrario a lo que la gente cree las jugadoras de esa estirpe no se dan como los mangos.
La Selección mayor con un promedio de edad de 25 años, en su mayoría está integrada por jugadoras que vienen de una camada que data del 2008 cuando de la mano de Pedro Rodríguez se logró el Suramericano Sub – 17; un proceso que a pesar de los cambios en la dirección, ha sido contante por 7 años y ha permitido que esas jugadoras adquieran madurez deportiva con el paso de las convocatorias para distintas competencias y hayan logrado incluso jugar en el extranjero a través de becas universitarias o vinculaciones a ligas profesionales. En contraposición tenemos unas actuales selecciones sub 17 y sub 20 que no han logrado buenos resultados en los certámenes que han disputado, donde incluso han sido vencidas con marcadores holgados por equipos de la región distintos a Brasil, lo cual demuestra que estamos lejos de pensar en un recambio generacional.
Por esta razón cualquier baja en la estructura básica de la selección mayor se va a sentir y de hecho 10 veces no lo hicieron sentir las campeonas mundiales. Dicen algunos que con ellas también hemos perdido entonces que no existe diferencia. Creo que quizá con niñas como Daniela Montoya, Leidy Andrade, Sandra Sepúlveda, Korina Clavijo, no seremos campeonas mundiales aún, pero con seguridad somos mucho más fuertes que sin ellas, nos vemos muchos más compactos y con mayores probabilidades de ir a pelearle al que sea como el pasado mundial, porque seguro nuestra selección es más que 10 goles en contra en 2 partidos, seguro que si volvemos a los tiempos donde para vestir la amarilla se requiere de talento, entrega, disciplina, humildad y corazón , más que de roscas regionalistas, volverán las alegrías sin importar el marcador, saber que estas en un proceso honesto llena de honestidad y de virtud el camino recorrido, no olvidemos que por encima de todo está el país, esta la historia de nuestro fútbol femenino.
Colombia necesita a las mejores en la cancha y pedimos a gritos que a pesar de sus evidentes limitaciones, Taborda se haya percatado de su gran error y lo enmiende de una vez por todas. Con todos los sacrificios que hacen nuestras chicas paras llegar donde han llegado es una canallada sesgar sus esperanzas y sus sueños por retaliaciones infantiles, es hora de dejar el ego y retomar el camino, es hora de seguir haciendo historia como el día que derrotamos a Francia… aún estamos a tiempo.