Ludmila Bianchi, arquera de Las Romanas, equipo de fútbol no vidente concedió una entrevista para Fémina Fútbol. Lo que empezó como un proceso difícil, terminó en amor y pasión por ser los ojos del cuadro invidente.
Antes de entrar de lleno con lo que nos compete sobre Ludmila Bianchi, es importante conocer cómo se formaron Las Romanas, pioneras en Argentina en el balompié femenino para no videntes.
Las Romanas surgen gracias a una referente del fútbol femenino en Argentina: Evelina Cabrera. Tras una vida complicada, Evelina superó las dificultades y aunque en un principio no era futbolera, encontró su amor por esta disciplina. Su sueño de jugar fue cortado por una prematura enfermedad. Pese a ello, nunca dejó de laburar por el balompié femenino como entrenadora, mánager deportiva y Presidente de la Asociación Femenina de Fútbol Argentino (AFFAR).
En un deporte de incesante contacto, sería impensable que existiera esta modalidad para invidentes, sin embargo, Evelina lo hizo realidad. Era 2017, cuando Mirna Gamarra, persona invidente y jugadora de Las Romanas, se acercó a Cabrera y le preguntó si la podía entrenar.
Evelina aceptó, pero Mirna no sólo quería entrenar, sino poder jugar al fútbol sin importar su condición. Para ese tiempo no existían clubes de fútbol femenino no videntes en Argentina, Cabrera contactó a las autoridades del Instituto Román Rosell, que atiende a personas de escasa visibilidad y juntos, crearon el primer equipo de fútbol femenino para no videntes.
Así, Las Romanas entraron a disputar un sueño deportivo al que después se unieron otros clubes. Siendo el único conjunto de Buenos Aires, Las Romanas disputan títulos contra Las Ablitas y Las Guerreras, de Salta y Córdoba respectivamente, este último, primeras campeonas.
Gracias al desarrollo del balompié para invidentes, esto ha dado oportunidad a varias jugadoras de hacerse conocer y de ganarse un lugar en el seleccionado argentino, en el cual también actúa Ludmila Bianchi.
Sus inicios en el fútbol
Cascabeles, cápsulas sonoras en el balón, un aumento del sistema auditivo y del sentido del tacto, a esto es a lo que jugadoras se aferran para poder cumplir un sueño de jugar fútbol. Futbolistas buscan el anhelo de jugar gracias al poder de sus oídos por la carencia de la vista, gracias a los avisos de las arqueras y directores técnicos, únicos que pueden ver y ordenar al club.
Así las cosas, esta es la historia de Ludmila Bianchi, arquera de Las Romanas. Bianchi nació en Buenos Aires, Argentina (Partido San Isidro), un 9 de septiembre de 1999 en el seno de una madre y un padre completamente invidentes.
A sus 10 años de edad, Ludmila veía a su hermano jugar con amigos al fútbol y esto fue lo que la atrapó. Tras su interés por probar, destaca la adrenalina que conlleva el jugar al balompié y ya lo veía como su anhelo, “desde ese entonces, nunca paré. No hubo nadie que influyera”.
Historia de amor ciego por el balompié
Puesto que su padre y madre carecen de la vista, su juventud fue en el Instituto Román Rosell. En el barrio, Ludmila Bianchi jugaba al fútbol con sus amigos de la cuadra y también jugaban personas invidentes. Durante ese tramo, a Ludmila no le gustaba el arco, y como la mayoría de goleras, jugaba en la delantera.
Como todas estas historias, llegó el día en el que a Ludmila le tocó estar en el arco, “no era lo mío el estar quieta, pero decían que atajaba bien”. Tal vez la primera acción ciega que adquirió Ludmila fue jugar de portera, dado que no era lo suyo, sin embargo, ahí se quedó, atajando y salvando goles.
Posteriormente, nunca soltó la portería y era la primera en levantar la mano cuando buscaban goleras. A sus 16 años, entró al Club Atlético Tigre. Esta era una gran oportunidad para Ludmila Bianchi al demostrarse como guardameta buscando una oportunidad mayor a futuro. No obstante, no duró mucho, a sus 18 años, tuvo que dejar el club.
Meses después, en el Román Rosell le preguntaron a Carlos Bianchi, su padre si Ludmila quería formar parte del arco de la institución. Tal vez esto creó un lazo de amor ciego, no sólo por jugar con mujeres invidentes, sino porque lo que inició de una manera difícil, terminó en un amor verdadero.
“Sentía que no iba a poder lograr lo que me pedían. Aunque no me gustaba, nunca lo dejé, con el paso del tiempo me fui adaptando más, era un desafío y acá estoy siendo arquera de Las Romanas y de la Selección. Me encanta, es lo mejor que me pasó en la vida”, expresa Ludmila Bianchi.
Gran reto: ojos videntes para invidentes
Nunca es fácil inmiscuirse a una nueva disciplina, que pese a ser fútbol, toca acoplarse a un nuevo rol. Tampoco es fácil llegar a un club invidente y ser la única en el campo de juego que puede ver. “Lo principal en el juego para ciegos es la comunicación y eso tuve que trabajarlo bastante para tenerlo incorporado”, y es que no es para menos en un juego donde el oído es un elemento principal.
“Yo debo organizar las defensas, ya que ellas me ayudan a evitar un gol, la arquera es la que manda adentro de la cancha”, primero, es darse cuenta del rol tan importante que recae en las goleras. El rol del arquero es el más difícil, si atajas, te felicitan, pero te cobran si no salvas un gol.
Asimismo, Ludmila no es la única que tiene esa obligación. Darío Lencina, técnico de Las Romanas y arquero de Los Murciélagos, seleccionado masculino de invidentes debe estar a un costado de la cancha, solamente puede hablarles a las jugadoras a un tercio de la cancha y dar indicaciones de posicionamiento, acciones y recordarles del ‘voy’.
Este fue un gran reto para Ludmila Bianchi, el tratar adaptarse a las nuevas reglas. No es lo mismo jugar 11 contra 11 que cinco contra cinco, no es lo mismo jugar con saques de banda, a jugar con vallas rodeando el campo de juego, ni jugar 45 minutos por tiempo a disputar 30 por tiempo.
¿Cómo es un entrenamiento en Las Romanas?
Evidentemente, todo se ha puesto más complicado con la inesperada llegada del COVID-19 que ha mermado actividades deportivas. Sin embargo, en el entorno de Las Romanas, los entrenamientos han seguido gracias a los aplicativos móviles como Zoom. Antes de la cuarentena, las sesiones eran de 2 horas compuestas por movimientos articulares, juego con el balón, después tiros al arco desde varias partes del campo de juego y finalizaban con un partido de 50 minutos.
Con la pandemia, las sesiones han continuado vía Zoom con distintos circuitos de ejercicios. Ludmila también debe hacer ejercicios de tirarse al piso como si estuviesen en el arco. Así trabajan flexibilidad y de esa manera, agudizan en la importancia de la movilidad.
Aparte, también utilizan el tiempo para analizar videos de partidos. “Eso está muy bueno porque aprendemos y a la vez vemos los errores que tenemos para corregirlos el día que tengamos que demostrarlo en cancha”, cierra Ludmila Bianchi.
Estos entrenamientos no son en vano, son para prepararse de cara a los partidos de la liga. El fixture se organiza con tres encuentros por cada institución, en cada fecha se realizan tres partidos el mismo día para que todos jueguen con todos, puesto que sólo existen hasta la fecha tres clubes.
Si se gana un partido, se suman tres unidades, uno si se empata y ningún punto al perder. En el caso de empate de unidades, el primer lugar se define por cantidad de goles.
Principales diferencias: videntes e invidentes
“Jugando con ciegos tengo que hablar todo el tiempo, soy como sus ojos. Debo guiarlas siempre diciéndole para dónde se tienen que mover, dónde y quién tiene la pelota”, es la principal diferencia que recae en el fútbol invidente.
Además, las pelotas no son iguales, las de las invidentes son más pesadas y tienen cápsulas sonoras pegadas al cuero. Sin duda alguna, es necesario que se agudice el sistema auditivo y para cumplir ese fin, el balón produce sonidos de cascabeles para saber dónde está el balón y conocer el rumbo del objeto que constituye al balompié.
Sin duda alguna, es una motivación para sus compañeras, como manifestó Florencia Belén Rodas, delantera de Las Romanas, para Infobae, “en el fútbol no necesitás moverte con la asistencia del bastón, podés correr, saltar… sos libre”. Entonces surge una gran pregunta, ¿cómo es el fútbol para invidentes siendo un deporte de contacto?
Sí, para nadie es un secreto que se requiere un fuerte contacto, pero acá es diferente, todas saben a dónde va el balón por indicaciones del cuerpo técnico y el soporte de las goleras. En igualdad de condiciones, las jugadoras de campo utilizan gafas que cubran sus ojos, corren con el brazo adelante y lo que es fundamental, decir ‘voy’ cada vez que busquen el balón para no chocar fuertemente.
Pese a lo dicho anteriormente, lo más importante es el silencio de los espectadores. “El elemento fundamental es el sonido silencioso del público que, a diferencia de otros deportes, se busca un aliento constante”.
Llamado al combinado nacional
Está más que claro que uno de los sueños de cualquier futbolista es representar a su país deportivamente. El cuerpo técnico de la Selección atendió a algunos partidos en el Instituto Román Rosell el 27 de julio de 2019.
Pasaron los días y a Ludmila le llegó un correo que decía que estaba convocada a la primera convocatoria el 20 de noviembre de 2019. Ahí mismo, se encontraba el listado oficial de un anhelo: representar al país en la disciplina que aprendió a amar.
Tras la concentración, retroalimentaron a cada futbolista en temas que debían mejorar, lo negativo y lo positivo. También, manifestaron quiénes quedaban para la próxima fecha.
Carla Peraza y Ludmila Bianchi, madre e hija
Bianchi no está sola en el club. Su madre, Carla Peraza, invidente a sus 7 años de edad también juega en Las Romanas como defensora. La relación entre arquera y zaguera es de la manera más profesional, “cuando estamos en la cancha no mezclamos el vínculo, como arquera tengo que guiarla o retarla en el momento de un partido y lo hago sin problemas. Tenemos un objetivo en común y sabemos que somos un equipo”, mantiene Ludmila sobre su relación.
Profesional en todo sentido, Ludmila Bianchi y Carla se retroalimentan entre sí cuando es necesario corregir errores. “Como hija y su arquera trato de darle recomendaciones o trucos para que pueda mejorar y sea una buena jugadora”, además, resalta la importancia para que ambas crezcan, “me pone muy feliz que pueda compartir algo que me guste con ella”.
No obstante, también hay un espacio para las risas. Darío Lencina molesta con la relación entre Carla y Ludmila en la cancha. Cuando Bianchi la reta, Lencina le dice a Peraza que no le dé de comer.
Contundente sueño
“Mi mayor sueño es poder llegar a ser una gran arquera”, el fútbol invidente le ha dado todo a Ludmila Bianchi, y ella quiere seguir de la mano con esta disciplina. Su juventud la ayuda demasiado, pues apenas son 19 años y todavía tiene mucho fútbol por delante con Las Romanas, pero su sueño es latente.
“También quiero llegar a dirigir mi propio equipo de fútbol para personas ciegas. Las Romanas me hicieron dar cuenta lo que realmente quiero llegar a hacer, poder enseñarles, poder compartir sentimientos y transmitir que nada es un obstáculo”, agrega Ludmila, “mi sueño es ser como Darío Lencina, con él crecimos más como un equipo. Cada día lo veo como un ejemplo a seguir y siempre trato de aprender con todo lo que nos enseña”.
Sin duda alguna, el fútbol, y más el femenino está lleno de cosas bonitas. Es una lucha incesante por oportunidades, pero nada, como lo es el fútbol para invidentes. Aunque Ludmila Bianchi sea vidente, comparte equipo en un gran club que siempre estará con una motivación latente partido a partido. Un amor ciego llegó para Ludmila y no lo cambia por nada en el mundo.